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LOS CÓMICS Y LA GUERRA CIVIL por J. M. Varona “Ché”

El 22 de Junio último y en el Aula Magna de la Universidad de Valencia nos reunimos un grupo de gentes del tebeo, de los medios de comunicación y público aficionado para escuchar a Antonio Martín, historiador y técnico en prensa infantil y juvenil (autor del libro Apuntes para una Historia de los Tebeos), que dio una conferencia que versó sobre los tebeos, revistas, diarios y folletos que en una y en la otra parte de la España en guerra, circularon entre el público mayor y menor y que con diferente estilo tenían por fin catequizar al lector.



Martín comentó que por parte de la República en lo que más se insistió en principio fue en el cartel y en la prensa de partidos y trincheras; y en la llamada zona nacional desde el primer momento se aplicaron en la edición de publicaciones (entre ellas los tebeos), que con un fuerte contenido ideológico, aunque flojo artísticamente hablando, pretendían llevar al personal lector al terreno de los alzados en armas.



Pero es a partir de 1937 cuando realmente, en las dos partes (en la llamada guerra de papel), hacen un mayor uso propagandístico de la historieta. Los nacionales dan un paso adelante con la incorporación de dibujantes más profesionales entre los que hay que destacar al catalán Valentín Castany que dibujó portadas e historietas con excelente estilo. Desarrolló su labor en especial en la revista Pelayos. Por parte republicana, el tebeo no estuvo tan politizado pero se dieron casos de radicalidad en los editados en Barcelona, tal es el caso de Pionero Rojo. Para los adultos aparecieron revistas de humor siendo una de las más conocidas la valenciana La Traca en la que colaboraron los dibujantes Bluff (fusilado después de la guerra), Carnicero, Méndez Älvarez, Palmer y otros. Igualmente en Barcelona se editó La Esquella de la Torratxa. El único tebeo que llegó a publicarse en Bilbao fue El Pionero. En zona de trincheras circularon más de 500 cabeceras que utilizaron la historieta como medio de comunicación y servían para que, de cuando en cuando, se les pudiera dar un repaso al enemigo franquista y a sus aliados. A pesar de todo las revistas y los periódicos republicanos no llegaron a alcanzar el grado de virulencia que se daban en las publicaciones nacionales (especialmente con intenciones y contenidos políticos); menos aún en los tebeos dedicados expresamente al público infantil. En la España franquista éstos fueron pocos pero muy beligerantes, lo que contrastaba con los editados en la zona republicana que fueron abundantes, variados

y de todas las tendencias en liza, incluso algunos de ellos, hasta con una clara intención comercial.



Desde el principio de la guerra y en la Barcelona republicana siguieron apareciendo los tebeos que venían de atrás como fueron: Aventurero, TBO, Mickey, Pulgarcito, La Risa, AEI, La revista deTim Tyler, Ja Ja, Pocholo etc., aunque se llegó a dar algún cambio de título, en especial en las empresas colectivizadas (incautadas). Durante el periodo de guerra, y debido a la especial situación en la que la gente vivía, era normal que aparecieran historietas de ambiente bélico, en la que los héroes eran los milicianos, y los antihéroes los “fascistas” que siempre salían perdiendo. Por supuesto se daba el caso contrario en el que los buenos eran exclusivamente los nacionales, y los muy malos eran los rojos. Todo dependía del color del cristal por donde unos y otros miraban.



En la España llamada nacional la prensa incluida la infantil, fue controlada y nadie se escapaba de orientar el mensaje del lado del sistema impuesto. El régimen comprendió desde el primer momento la importancia que los tebeos podían tener si se ponían al servicio de la ideología. Así surgió entre otros Flechas y Pelayos producto de la unión de las dos publicaciones que en principio habían aparecido separadas: una con el nombre de Flechas y la otra con el de Pelayos. Más tarde apareció la revista Chicos con vocación de ser algo mejor y distinto, cosa que fue consiguiendo pasado el tiempo y en la medida en que se lo iban consintiendo. En ella terminaron por colaborar dibujantes de la importancia de Jesús Blasco, Emilio Freixas, Alcaide, Tomás y otros. También y para mayores, apareció La Ametralladora que se distribuía en el frente nacional y fue el antecedente de la muy conocida revista llamada La Codorniz.



En este ambiente era absolutamente normal que los tebeos, en gran parte, fueran distintos a los editados antes de la contienda. Los centros de publicación de los republicanos estuvieron en Barcelona. Madrid y Valencia principalmente y los de los nacionales en San Sebastián y algo en Sevilla.



En Valencia, en donde desde la aparición de las AUCAS (que fueron un precedente del tebeo), ya había una gran tradición gráfica, la Editorial Guerri colectivizada publicó en tiempo de guerra, algunas revistas relacionadas con el mundo de los niños, entre ellas El Muchacho. Igualmente existieron otras que como Gente Menuda, KKO-Perragorda, Meñique, Pionerin, escrita y dibujada por los niños (en ella se inició el dibujante Gabriel Arnao “Gabi”) también estaban dirigidas al mundo infantil. Para adultos se publicó La Traca que fue editada por Carceller (que al igual que Bluff fue fusilado) con historietas de Carnicero y Bluff. Dibujantes valencianos de aquella época fueron Muro, Grau, Dubón, Pertegás, Palmer y otros.



Después de ésta referencia a Valencia, Antonio Martín dio por finalizada su charla que fue muy aplaudida.



Por mi parte nada tengo que reprochar a lo dicho por Martín que es persona de sobra conocida al que la buena fe al igual que el valor se le supone, aún así en el turno de ruegos y preguntas y llevado también por mi buena fe (al igual que el sabio, entiendo que “la desgracia de solo uno es la desgracia de todos” de la que es de justicia hablar pertenezca al bando que pertenezca), comenté que aunque aquella República nació con vocación de justa, liberal, pluralista y democrática se quedó en un bello proyecto, probablemente por las posiciones radicales de muchos y tal vez porque el pueblo no estaba suficientemente maduro. A los muchos errores que se cometieron en aquella época hubo que agregar la puesta en escena de aquella arbitraria ley de defensa de la República al amparo de la cual se cometieron demasiados abusos lo que hizo exclamar a Alcalá Zamora, a Ortega y Gasset y a Portela Valladares que aquella era una ley antiliberal y autoritarista que mancillaba la República.



Durante el periodo de guerra los excesos cometidos por unos y otros fueron numerosos, y a los que tuvieron lugar en la llamada zona nacional, hubo que agregar entre otras, la represión ejercida por las masas que fueron armadas por el gobierno que siguió al legalmente constituido por los republicanos, siendo el hecho más conocido las matanzas de Paracuellos, un verdadero genocidio relatado con todo detalle en un libro, por Félix Schlayer, encargado de negocios de Noruega en Madrid durante la Guerra Civil Española.



La actual situación están obligando a unos y otros a recurrir a una memoria que muchos nos habíamos esforzado en olvidar (es muy doloroso remover viejas heridas) gracias al espíritu de una transición que fue modélica, y que entiendo estamos dilapidando, junto a una Constitución –la de 1978- hecha para el pueblo y donde el pueblo es el soberano, y que ha sido la mejor que hemos tenido, la cual, por supuesto, no tuvo como antecedente a ninguna otra.



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